Energía solar: el impulso renovable de la UE (Parte I)

La energía solar como eje del cambio en la Unión Europea

Descubre cómo la energía solar está impulsando el cambio climático en Europa y por qué España lidera esta transición hacia un modelo energético más limpio y renovable.

Introducción a la transición energética europea

En el contexto de la crisis climática y los compromisos internacionales de descarbonización, la Unión Europea tiene una meta clara desde octubre de 2014: reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero y para ello ha puesto en marcha una serie de iniciativas ambiciosas para acelerar su transición hacia fuentes de energía renovables. Por ende, todos los Estados miembros deben poner en marcha estrategias y planes de adaptación. Y uno de los pilares clave de esta estrategia es el despliegue masivo de energía solar fotovoltaica.

Esta hoja de ruta, conocida como el paquete legislativo “Fit for 55” es mucho más que un plan ambiental: es un cambio de modelo económico y social que transformará cómo producimos y consumimos energía. En este camino, se fija como objetivo la reducción en, al menos, un 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 en comparación con los niveles de 1990.  

Dicho paquete va a permitir:

  • garantizar una transición socialmente justa
  • impulsar la investigación, la innovación y la competitividad de la industria europea, garantizando al mismo tiempo unas condiciones de competencia justas frente a los operadores de otros países
  • consolidar el liderazgo de la Unión Europea en la lucha global contra el cambio climático

Al mismo tiempo, este compromiso establece los objetivos que la UE asume en el marco del Acuerdo de París, y queda recogido en la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) que presentó ante Naciones Unidas.

Para lograr ese 55%, la Unión Europea ha puesto sobre la mesa un conjunto de iniciativas que afectan al medio ambiente, a la energía, a la agricultura, al transporte, a la industria y a las finanzas sostenibles… Desde 2005, se trabaja en dos grandes bloques:

  • Los sectores más intensivos en el uso de la energía (generación de electricidad, refino, siderurgia, fabricación de cemento, papel y cartón, vidrio, productos cerámicos, etc.) que representan alrededor el 40% de las emisiones de la Unión Europea. Estos deberán reducir sus emisiones en un 61% respecto a los niveles de emisión que tenían en el año 2005. 
  • Los sectores restantes -conocidos como sectores difusos- (residencial, transporte, agricultura y ganadería, gestión de residuos, gases fluorados y pequeña industria no incluida en el bloque anterior) se regulan con objetivos nacionales y representan cerca del 60% de las emisiones. Estas emisiones deberán reducirse en un 40% respecto a los niveles del año 2005.  

Dentro de las metas previstas, cabe destacar:

  • 40% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 1990
  • 32% de renovables sobre el consumo total de energía final bruta
  • 32,5% de mejora de la eficiencia energética
  • 15% interconexión eléctrica de los Estados miembros

Pero sin duda, el núcleo del plan está en la energía renovable: el 42,5% del consumo final de energía deberá provenir de fuentes limpias en 2030. Y aquí entra en escena la gran protagonista: la energía solar, con un objetivo de nada menos que 750 GW de capacidad instalada en toda la UE para ese mismo año.

España y el PNIEC: el sol como ventaja competitiva

¿Y qué pasa con España? Pues, entre otras cosas, que sobresale por tener más horas de sol que casi cualquier otro país del continente. La energía solar no es solo una alternativa… es nuestro gran tesoro.

En este escenario, entra en juego el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que traduce los compromisos europeos al contexto español. Su aplicación impulsará una transformación del sistema energético orientada a una mayor autosuficiencia, reforzando al mismo tiempo la seguridad energética del país. Esto se debe a la reducción sustancial de la dependencia de combustibles fósiles importados, cuya adquisición implica un alto coste económico y está expuesta a la volatilidad de los precios y a tensiones geopolíticas.

Además, la ejecución del Plan impulsará una fuerte atracción de inversores industriales y de renovables.

Dentro de estas metas previstas para 2030 destacan:

  • 42% del consumo final de energía sea renovable
  • 74% de la electricidad vendrá de fuentes limpias
  • 76 GW de potencia solar fotovoltaica instalada, incluyendo 19 GW de autoconsumo

Sobre este último punto, cabe destacar que en España la actividad de autoconsumo y de comunidades energéticas apenas ha despegado todavía debido, entre otros, a la existencia de una serie de barreras regulatorias que han dificultado su viabilidad económica. El Plan ayudará a reforzar las comunidades energéticas locales y promover proyectos solares participativos. (Sigue leyendo la Parte II para descubrir cómo funciona el autoconsumo colectivo y las comunidades energéticas locales).

En definitiva, el Plan establece una pauta clara y ambiciosa hacia un objetivo de largo plazo: lograr que España sea un país neutro en carbono en 2050. En esa dirección avanzamos, y una prueba de ello son los resultados de 2024, cuando la generación solar fotovoltaica alcanzó un récord histórico de 44.520 GWh, lo que representó un crecimiento del 18,9% respecto al año anterior. Gracias a este impulso, la energía solar fotovoltaica ya aportó el 17,0% al mix energético nacional.

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Fuentes:

BOE, “Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética”, 2021, https://www.boe.es

Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, “Energías Renovables”, 2023, https://www.miteco.gob.es/

El Consejo Europeo y el Consejo de la UE, “Objetivo 55”, 2025, https://www.consilium.europa.eu/es/policies/fit-for-55/#0

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